Me acuerdo del sonido de la campana en el colegio San Luis. El tío Paco, conserje, la hacía sonar con fuerza y todos salíamos felices de la escuela con la mochila en ristre.
Me acuerdo de los grumos del ColaCao, cuando lo tomaba, que siempre se salía, como la leche hirviendo derramada en su cazo en los fogones.
Me acuerdo del sabor de la mortadela y del foigras.
Me acuerdo de los caramelos Chimos de mora, mis favoritos. Y de la sorpresa en la boca, a oscuras, en la sala del cine.